Saturday, July 04, 2009

The reader


The reader es un fragmento de la belleza que puede originar un cambio en el pensar. Una película de Stephen Daldry, director de, entre otras, "The hours".

Es en el rostro de Kate Winslet -en mi opinión providencial su disponibilidad para hacer el papel de Hannah, como providencial fue que Nicole Kidman no pudiera finalmente aceptarlo por estar embarazada- donde transcurre esta película.

En el rostro de una persona que es capaz de convertirse en un personaje de absoluta entidad, un personaje esencial, que inicialmente nos atrae por el misterio que encierra y nos acaba cautivando cuando ese misterio se transmuta en esencialidad, en existencia trascendente por encima de las opiniones ajenas e, incluso, por encima de los propios actos.

La belleza de The reader radica, aparte de en aspectos tales como la fotografía o la banda sonora, en ese personaje. En lo que representa. En sus niveles de realidad: desde el nivel físico - circunstancial que sufre el encuentro con el muchacho, pasando por el nivel íntimo o personal -que se adivina en el origen de las miradas que dedica al muchacho y los movimientos corporales de la actriz, que denotan una gran carga sobre sus espaldas personales, hasta el nivel máximamente espiritual, donde se ubica una tragedia inconmensurable y que, coherentemente, afecta de nuevo al nivel más inmediato.

Desasosiego de un ser que se agarra a la materia sabiendo que su alma se va irremediablemente hacia el sinsentido. Y, en ese sinsentido, cabe la caridad y el amor. Terrible bofetada a los esquemas tradicionales en los que vivimos. Bella porque nos hace crecer, nos hace dudar de que nuestras vigencias puedan mantener su solidez a pesar de cualquier cosa.

Belleza, al tratar lo terrorífico como estético. Belleza, al demostrar cómo, cualquiera de nosotros, es, al mismo tiempo y cotidianamente, lo más bello y lo más terrible que se pueda imaginar. Película abismal.

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